All bodies are perfectly beautiful
En esta vida nadie ha logrado definir la subjetividad y noción abstracta de la belleza, por eso cada figura, color, tamaño y marca en nuestro cuerpo es lo que lo hace único y magnífico, como una obra de arte. El simple hecho de que éste tenga todas las cualidades requeridas para un propósito sobre este plano terrenal, lo hace perfecto.
El cuerpo es un vehículo. Un vehículo diseñado sin igual que desde pequeñas algunos medios de comunicación masivos y distintos comentarios banales nos han hecho ver con morbo, deseo y superficialidad, juzgándolo en el caso que no cumpla con los cánones de ‘belleza’ que nos han impuesto otras culturas, menos la nuestra.
Esta creación física es una oda a la existencia, pues se encarga de mantenernos con vida, desplazarnos de un lado a otro, movilizarnos y portar lo más importante que es nuestra esencia, el alma. Sin embargo, somos conscientes de la lucha que distintas mujeres atraviesan para aceptar su cuerpo y vivir plenamente con él.
Muchos casos de falta de estima y aceptación del aspecto físico están ligados a los complejos adquiridos por alguna alteración congénita, cicatrices o impedimentos. Estos casos, sin elegirlos ya sea desde nacimiento o con el paso del tiempo, marcan la vida de varias personas que deben empoderarse y comenzar a ver las maravillas de su propio cuerpo.
Para entender de cerca esta situación, conversamos con tres increíbles mujeres que nos comparten cómo es que ciertos eventos en sus vidas han cambiado el aspecto y funcionalidad de su cuerpo, y cómo ha sido que a través de la educación, sanación y fe han logrado comprender que éste es perfecto.
Inspirational stories of self-love
Dos aspectos fundamentales que vinculan a estas personas que nos comparten su testimonio son: el hecho de ser mujeres jóvenes y la fuerza de superación ante cualquier adversidad. Cada una de ellas, a su manera, y a distinta edad, ha trabajado en romper estándares y valorar su cuerpo por lo que verdaderamente es.
Fiorella Melini, cantante que se define como ‘un ave fénix’.
El talento de Fiorela en el canto fue evidente desde que tenía dos años, luego incursionó en gimnasia rítmica y olímpica, y a los nueve años comenzó el camino profesional en cuanto a la formación vocal y escénica. Sin embargo, hubo un suceso en su vida que la mantuvo en conflicto con lo que era, con su cuerpo.
A los 15 años tuvo un accidente en motocicleta de playa que le causó quemaduras de tercer grado en gran parte de su cuerpo, dejando cicatrices a su paso. Le tomó casi la mitad de su vida reconocer que necesitaba hacer las paces con ella misma, seguir adelante y aceptar que su pasado era vital para convertirse en la mujer que es hoy.
El amor que hoy tiene por su cuerpo no ha sido un proceso fácil de llevar, para Fiorella este “ es un reto diario, ya que cada quien tiene distintas inseguridades… no se rata de mentirnos sobre lo que nos agrada, sino educarnos acerca del verdadero significado de la belleza, salud y bienestar.”
Hoy, a sus 30 años de edad, asegura que a través del arte ha logrado canalizar la frustración de saber que es diferente y transformarla en amor; así como entender que su belleza es interior y se refleja en el exterior. “Debemos halagar de forma sana las virtudes de otras personas… pongamos de moda ser reales, no perfectos.”
Bárbara Guerra, diseñadora gráfica hiperactiva, extrovertida y soñadora.
El amor que Bárbara tiene por el diseño, especialmente por la tipografía, es algo que ha desarrollado desde que tiene siete años. Al estar en segundo año de la universidad, las oportunidades laborales comenzaron a surgir y desde entonces ha trabajado con distintas marcas y en paralelo realizar su primer mural.
Uno de sus hobbies ha sido patinar, ya sea sobre un monopatín o una longboard. Sin embargo, esta actividad ha tenido una pausa en su vida a raíz de un accidente de tránsito que sufrió en febrero de este año y que le causó la fractura de ambas piernas; siendo sometida a varias operación con la certeza y esperanza de volver a caminar.
Gracias a la atención psicológica que recibió de inmediato pudo dimensionar el hecho ocurrido y comprender que iba a depender temporalmente de una silla de ruedas. La aceptación hacia su cuerpo ha sido un proceso constante, en el que le agradece principalmente por haber resistido a todo el trauma que pasó.
“Siempre he creído en la belleza como individual y he aprendido a amar mis cicatrices porque han sido mis lecciones más grandes en la vida… Gracias a mis terapias pude aceptar mis soportes de movilidad (silla de ruedas, andador o muletas) y me dispuse a ayudar a otros que permanecen con alguna discapacidad”, asegura Bárbara
Aunque las primeras veces al salir confiesa que tenía ataques de ansiedad, hoy a sus 27 años comparte que pequeñas cosas como el trazarse metas cortas, escribir a diario sus síntomas y avances, rodearse de personas positivas, agradecer un día más en este mundo y hablar acerca de sus problemas le han motivado a continuar este proceso.
“Siempre somos nuestra crítica más dura, pero debemos sentirnos cómodas con nuestro cuerpo porque es el único que nos acompañará hasta el final”, puntualiza.
Jacky Méndez, maestra auxiliar de Pre-Kínder y artista feliz por lo que representa.
El gusto de Jackie por el baile, especialmente el jazz y tap, y la pintura fue algo que demostró en sus primeros años de edad; con el paso del tiempo tuvo la oportunidad de formar parte de Unlimited Dance Academy y de la academia Casa Azul, lugares a los cuales aún pertenece activa y disfruta de manifestar su talento y arte.
Para esta mujer de 29 años, la condición del Síndrome de Down con la que nació nunca ha representado una limitación para cumplir todos sus sueños, pues asegura que el único modo de cómo ha obtenido grandes resultados en su trabajo es amando lo que hace, ya que el éxito es disciplina.
Como vocera del Síndrome de Down en Guatemala, Jackie invita a otras personas en la misma situación a que se quieran, que sean felices y que luchen por lo que tanto anhelan, porque desde ya son personas triunfadoras. A título personal comparte que el amar y sentirse orgullosa de su cuerpo, la motiva a cuidarlo.
“Todos los tipos de cuerpos son dignos de admirar. Día con día me esfuerzo por enseñarles a mis alumnos que todos somos diferentes, pero que las diferencias no nos quitan sino que nos aportan y complementan, luchando con amor se transforma una sociedad”, asegura con convicción.