PASEANDO CERCA DEL CIELO

 dentro de Cultura, Gastronomía y Turismo

En la ciudad de Antigua Guatemala existen muchos lugares hermosos, Santo Domingo del Cerro es uno de ellos. Un espacio para encontrar tesoros artísticos, deliciosa comida y una serie de actividades para entretener hasta al niño más inquieto.

La ciudad de Antigua Guatemala está rodeada de hermosas montañas e imponentes volcanes, el paisaje se puede apreciar desde lo alto de Santo Domingo del Cerro. De noche, el panorama se transforma y resulta un escenario romántico, tranquilo, que emana paz.

En la cima se asienta el aclamado restaurante Tenedor del Cerro y en los alrededores se despliegan jardines transformándolo en un lugar para disfrutar desde un desayuno con toda la familia hasta una cena en pareja.

El lugar promete plasmar recuerdos inolvidables, apreciando la naturaleza. Llegamos un lunes por la mañana, el aire era frío pero el cielo prometía un día espléndido. Mi hijo de seis años se sentía parte de una exploración, listo para descubrir una montaña que, desde su ascenso, confirmaba aventura. En las orillas de la cuesta hay obras de arte que le imprimen al lugar un sello distintivo.

En la cumbre, esperamos el transporte que nos llevaría a Santo Cielo, un carro tipo Game Viewer, modelo característico de los safaris para llegar al hotel. Un letrero de madera anuncia que la meta está cerca: un espacio creado para camping de lujo. Cuentan con cinco remolques distintos para acomodar desde una pareja hasta un grupo de cuatro personas. Cada espacio es completamente privado.

El camper es toda una experiencia, cuenta con instalaciones modernas para disfrutar con comodidad el silencio del campo: muebles de dormitorio, sanitario y, algunos, cocineta. Cada remolque tiene un porche con mesa para gozar de un café o almuerzo al aire libre, jacuzzi para relajarse y sillas reclinables. También hay un área de fogata donde puedes preparar unos ricos smores. Un espacio para alejarte del ajetreo del trabajo y el tráfico de la capital.

Llega por nosotros otro vehículo, esta vez para conocer El Rancho, el cual es una habitación espaciosa y exclusiva. En la mayoría de casos se reserva para las parejas que celebrarán su boda en el cerro. Sin embargo, está disponible para el público en general. Cuenta con: comedor, cocina, 3 dormitorios y jacuzzi.

Hicimos el Tour de Canopy “Circo del Aire”. Era la primera vez que mi hijo haría este tipo de actividad y estaba extasiado. Con todo el equipo y el casco puesto se sentía como un verdadero espeleólogo listo para lanzarse a lo desconocido. Por su edad y peso, hicimos el recorrido más pequeño, pero para aquellos que disfrutan de la adrenalina, el tour largo será toda una experiencia.

Por último, disfrutamos del tour de los museos, cada uno cuenta una historia única de eventos y guatemaltecos importantes. El primero está dedicado a la última visita hecha por el Papa Juan Pablo II a Guatemala, imitando un momento y un espacio vivido por el Sumo Pontífice. Se recolectó todo el mobiliario utilizado en la habitación donde descansó por unas horas. Todo con un toque renacentista creando un ambiente solemne. A la par está el museo del literato Miguel Ángel Asturias, donde se exponen libros, cartas y artículos personales que la familia ha donado, entre ellos varios trajes, el que utilizó para recibir el galardón Premio Nobel, por ejemplo. Cuenta su vida de forma cronológica con fotos para conocer más sobre su dinámica familiar y  estudiantil. De esta forma han logrado detener el tiempo en las vitrinas, llevándonos a una época distinta a la nuestra a través de la vida de este escritor.

El último museo está dedicado al artista Efraín Recinos, diseñador del Teatro Nacional, el antiguo aeropuerto y obras icónicas como la Guatemalita, entre otros. Consta de dos plantas, la primera dedicada a una vista más privada de la vida del artista. Un hombre recordado por su humildad y su pasión por la lectura. Una de las vitrinas más grandes exhibe sus muebles de habitación. En esa misma planta se encuentran varias de sus obras y fotografías que él mismo recolectó y creó. En la segunda planta se pueden observar diferentes interpretaciones de su Guatemalita.

En la parte exterior, rodeando todo el museo, se pueden apreciar jardines con sus obras y un mural que expone diferentes formas de comunicación. En el parque está el vehículo que lo transportaba, su famoso buggy, como parte de una obra de arte en honor al maestro.

Mi hijo, escuchó atentamente las explicaciones, tanto como su hiperactividad se lo permitió, pero estaba feliz de poder correr por los jardines y encontrar figuras y formas nuevas. Yo estaba tranquila y contenta de saber que él estaba gozando en un lugar seguro, donde podía sentirse libre.

El cerro también ofrece galerías para exposiciones temporales, tanto al aire libre como cerradas. Estos tres museos son los únicos permanentes, haciendo de cada visita tan única como la primera. También hay espacios para eventos entre los cuales se erige una capilla, utilizada para ceremonias católicas. En sus jardines se aprecian obras de diferentes artistas guatemaltecos, escultores, pintores, un poco de todo para encontrar inspiración al que la busque. Entre árboles y matorrales también hay juegos infantiles donde mi hijo gastó sus últimas gotas de energía.

Terminamos los recorridos un poco después de medio día, satisfechos de las aventuras que tuvimos y de los tesoros encontrados, mi hijo tomó una larga siesta de vuelta a casa. Es placentero encontrar espacios como los creados en el Cerro de Santo Domingo, donde me siento confiada y puedo disfrutar de actividades poco comunes dentro de la ciudad. Este lugar es ahora uno de nuestros sitios favoritos para salir a pasear.

 

– Por María Lucía Aldana

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