Gabriela Santis
Sobre el banco de salida, se observa a una guatemalteca determinada y valiente que se atreve a cambiar su perspectiva ante aquello que muchos considerarían negativo. Se trata de Gabriela Santis, nadadora olímpica de 25 años y estudiante de fisioterapia, quien vive el servicio, la compasión y el amor como motores que la han llevado a donde se encuentra hoy.
La natación llegó a la vida de Gabriela por casualidad. La conoció tras la fractura de ambos brazos de su hermano al acompañarlo a las hidroterapias. Desde los 6 años, Gaby aprendió a nadar y desde entonces el deporte ha formado parte fundamental de su vida.
Un cambio de enfoque
En el 2015 durante los Juegos Panamericanos, Gaby y su equipo buscaban obtener las marcas necesarias para la clasificación a las olimpiadas de 2016. Pero ese día, todo parecía conspirar en contra de la atleta: su traje de baño no subía como debería, el dispositivo con el que escuchaba música dejó de funcionar, sus piernas se sentían cansadas y dolían. Gaby vio dos opciones: dejar que la adversidad la derrotara, o cambiar su perspectiva de estos percances. Como es de esperarse de alguien con un espíritu tan fuerte, escogió la segunda. Se enfocó en dejar que las cosas fluyeran y enfocarse en disfrutar de la competencia, eso se convirtió en la meta principal.
“Escogí una canción para cantar en mi mente, hice estiramientos y al momento de estar detrás del banco de salida me sentía como un niño jugando, como si estuviera volando.”
Gaby logró su meta de gozar cada momento de la competencia, y recuerda claramente una barra de apoyo conformada por otros atletas nacionales alentándola a la meta. Luego de completar el circuito, la nadadora notó que había logrado las marcas necesarias para avanzar a la siguiente etapa clasificatoria para Río 2016. Se sintió invadida por una felicidad inigualable y comenta que ese día se dio cuenta de lo que es capaz de lograr, de lo lejos que puede llegar con el entrenamiento tan arduo que realiza en Guatemala y cómo ese trabajo duro se refleja a nivel mundial.
“Me sentí tan privilegiada, tan orgullosa de mi país y de estar a ese nivel compitiendo contra los grandes. Sentí lo mismo en Tokio, a pesar de que no había una barra de apoyo en el público, pero el saber que era de los pocos 24 representando a todo un país y llevando buenas nuevas me hace sentir orgullosa de ser guatemalteca.”
Servicio, pasión y fe
El agradecimiento y su fe juegan un papel importante en su forma de vivir el deporte. “Sin Dios no estaría acá, realmente cada oportunidad es un privilegio, ya sea nadar en unas olimpiadas o simplemente servir a alguien que está lastimado, como hago en mis prácticas.”, comenta la estudiante de fisioterapia y atleta olímpica, “si se está agradecido con lo que se hace, se va dejando una pequeña semilla de bendición que al final actúa como testimonio.”
Respirando con propósito
La mente de Gaby es una de sus mejores aliadas, ya que el cambiar su enfoque es algo que practica constantemente. Mediante la visualización, el cerrar los ojos, respirar profundo e imaginarse en la competencia logrando sus metas, la lleva lejos y le brinda esa mentalidad ganadora que tanto se necesita en eventos deportivos. El encontrarse detrás del banco de salida, dejar de lado las excusas y los “hubiera” que sólo pesan y no aportan, le dan a Gaby una fuerza y valentía bien cimentadas
Esta mentalidad fue puesta a prueba en la última competencia que la llevaría a las olimpiadas de Río. Luego de un cambio de entrenador y de método, la confianza de Gaby flaqueó por unos momentos, cosa que la llevó a hundirse en preocupación antes del gran evento. Gaby comenta que el no disfrutar del evento es uno de los remordimientos que la acompañan hasta el día de hoy, pero que a pesar del enojo que sintió durante esta experiencia, descubrió que lo más importante es gozar de los frutos de su esfuerzo y confiar en sí misma, así como en su equipo.
La pandemia actuó como un catalizador para el potencial de Gaby, y la motivó a seguir entrenando con la certeza de que aquellos que prosperarán en esta etapa, son aquellos que se atreven cambiar el mundo: los valientes.
