CONFIDENTIAL: BAJO EL RÉGIMEN

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Alexandra es una ciudadana venezolana que hoy nos cuenta de primera mano lo que es vivir bajo el régimen socialista que ha opacado la vida en Venezuela

Por Alexandra Lanz

Probablemente no eres ajeno a las imágenes de las protestas en Venezuela, las fotos de los pasillos con estanterías casi vacías en los supermercados. Has escuchado las palabras autoritarias de sus líderes socialistas y si tienes amigos venezolanos residiendo en Guatemala, podrás escuchar la nostalgia con la que cuentan la vida en ese bello país antes de la toma de posesión de Chávez y luego Maduro. Hoy Alexandra, ciudadana venezolana que reside en su país nos cuenta cómo es el día a día bajo este régimen corrupto y socialista.

Es difícil describir lo que es Venezuela hoy en día. Un país increíble definido por su maravilloso clima, sus paisajes, su gente y su cultura, en general se ha visto opacado por un sistema político que ha tratado de imponer un régimen socialista basado en violencia, inseguridad, escasez, y en el fondo movido y mantenido por el dinero.

Hoy en día son muchas cosas complicadas con las que uno se enfrenta en el día a día: escasez, falta de medicamentos, inseguridad, una sociedad a veces corrupta por los excesos de dinero donde ya no hay respeto, sino oportunidades y saber quién llega primero.

Es un panorama de contrastes y eso hace la vida complicada. Cuando uno viaja dice: no quiero volver, quien tuviese todo esto en su país, que flojera tenerme que llevar todo porque allá no hay nada, etc. Pero cuando uno llega y se instala y empieza la rutina todo se vuelve cotidiano.

Somos pocos los que todavía disfrutamos de vivir dentro de una “burbuja” con acceso a poder viajar, salir, disfrutar de una buena cena en un restaurante, tener acceso a salud privada, seguros privados, medidas de seguridad en cierta forma, tener amigos, realizar planes de playa, ir a fiestas y eventos, etc. Los que allí quedamos simplemente sobrevivimos así. Es un país donde todo está dolarizado, pero debido a la existencia de un control cambiario no es igual la capacidad y oportunidades de surgir para todos.

Lo más difícil de vivir aquí en Venezuela es la inseguridad y la escasez de medicamentos. La sobrevivencia por artículos básicos de comida y medicina es lo más complicado. Quienes tienen la oportunidad de viajar, tener familia fuera del país y acceso a dólares pueden importar todo lo necesario y solucionar el día a día con traerse todo y tener médicos de cabecera fuera del país.

Otra situación complicada es la separación de las familias. Cada día son más las familias grandes tradicionales de la capital caraqueña cuyos hijos y nietos han emigrado en casi su totalidad. Familias distanciadas donde las reuniones pasaron de ser en casa de la abuela todos los domingos a darse en ciudades como Miami, Panamá, Bogotá o Madrid, dos veces al año únicamente.

Los pro siguen siendo las maravillas que tiene el país: su clima, sus paisajes, la cultura que todavía queda. Un país donde extrañamente sigue siendo fácil hacer dinero, no negocios
porque el gobierno se ha encargado de acabar con el trabajo limpio, honrado y honesto; pero Venezuela para muchos sigue siendo punto de inversión, sobretodo hoy en día que no hay nada, y como dicen: de las crisis salen las mejores oportunidades.

Otro pro sería el sentido de pertenencia, quienes todavía vivimos allí nos sentimos orgullosos de ser venezolanos y vemos el día a día como una lucha constante frente a una realidad que creemos pronto cambiará. Todavía tienes amigos, alguna familia, tus raíces, donde creciste, tradiciones y demás detalles que te apegan a esa nación. Los contra son muchos, pero la amenaza latente de la inseguridad es lo más complicado de sobrellevar.

Es difícil darse cuenta de la poca calidad de vida que existe en Venezuela y en todas sus ciudades. Es triste sentirse a veces absorbido por ese sistema movido por el dinero para conseguir las cosas, los contactos para obtener rápidos beneficios y el susto de la inseguridad latente a toda hora. Tener que vivir bajo blindajes y escoltas y en muchos casos sin poder salir a todos los lugares por igual.

Vivir en un régimen como el actual es triste y difícil, pero lo peor es acostumbrarse a ello. La vida de antes ya queda solo en el recuerdo. Una Venezuela próspera llena de negocios extranjeros, compañías transnacionales, industrias, inversión extranjera, gente orgullosa de ser venezolana. Una población trabajadora, políticos de cierta forma “honrados”, un sistema de vida donde cabían todos. Era un gran país donde nunca nadie pensaba en irse, donde lo mejor era irse pero siempre volver. Donde si venían tiempos malos se sabía que el rumbo se podía cambiar. Se vivía sin miedo sin importar la hora y el lugar.

 

*Fotografías: servicios

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