MAMÁ EN LA OFICINA Y PAPÁ EN CASA

 dentro de Cultura, Feminismo

Un padre de 35 años se levanta todos los días, prepara el desayuno y dos loncheras: la de su esposa y la de su hija. Despierta a la pequeña y la alista para ir al colegio. Desayunan los tres, después las ayuda a llevar sus cosas al carro. Regresa, lava los platos y abre su computadora. Trabaja desde casa.

Las nuevas generaciones de hombres, aquellos que han escuchado en casa y en las aulas que las mujeres tienen los mismos derechos que ellos, que han sido involucrados en la dinámica del hogar, no se inmutan ante la idea de quedarse en casa, no se asustan porque sus parejas ganen más y algunos animan a sus esposas a buscar empleo fuera de casa mientras ellos se ocupan de los quehaceres. En Alemania, por ejemplo, uno de cada cuatro padres solicita licencia para cuidar de su recién nacido: En 2007, el 3.5 por ciento de los nuevos papás realizaban esta práctica, hasta llegar al 25 por ciento en 2010, según el Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW por sus siglas en alemán). En ese país cada vez resulta más común encontrar mujeres en sus oficinas y padres en el parque, empujando carruajes con sus bebés.

La realidad europea dista mucho de la guatemalteca, sobre todo por las condiciones de subempleo que existen en nuestro país, la falta de oportunidades y acceso a los derechos fundamentales. En 2014, el Instituto Nacional de Estadística, ONU Mujeres y el Instituto de Investigaciones Económico Sociales, se dio a la tarea de medir cuánto tiempo trabajan los hombres en comparación con sus parejas. Puestas lado a lado, las cifras son disparejas: Un hombre casado trabaja 8.3 horas fuera de casa y dedica 2.7 de su tiempo a actividades como cuidar a los hijos, atender problemas del hogar, etcétera. Las mujeres dedican 4.1 horas a la labor remunerada y 8.6 horas a su hogar. En ese año se pudo determinar que él trabaja 11 horas y ella 12.7, dos horas diarias más con la mitad del salario de su cónyugue. La Encuesta Nacional de Condiciones de vida de 2014, da cuenta que cada vez más mujeres resultan jefas de hogar. Por ejemplo, de más de 700 mil hogares encuestados, el 28 por ciento era encabezado por mujeres. Las razones pueden ir desde divorcios, que la pareja no encuentre empleo o que existen mujeres que asumen este rol. El documento Indicadores de Género, elaborado por la Secretaría Presidencial de la Mujer y el INE, publicados en 2013, indicaba que el 90% de hogares con jefatura fememina se distinguen por ausencia de cónyugue.

Sin embargo, existe un grupo emergente, el de los padres que tienen opción de trabajar desde casa y que deciden asumir su rol de paternidad a otro nivel.

Papá en casa

El sitio Buzzfeed daba cuenta medio en broma, medio en serio, de 19 cosas que solo los papás que viven en casa entenderán. Hablaba desde la incomodidad de no encontrar espacios para cambiar a los bebés en los baños de hombres, también escuchar comentarios como “¿cómo te sientes porque ella trae el pan a la casa?” o “¡debe ser agradable estar en casa descansando todo el día (como le sucede a las mujeres que no trabajan fuera de casa)!” y descubrir tareas en las que son realmente buenos. En los Indicadores de Género se indicaba que más del 70% de las actividades de cuidado, preparación de alimentos, entre otras, es asumido por mujeres.

Diego ha acompañado la crianza de su hijo desde su nacimiento: desde la estimulación piel con piel durante los primeros días, empoderarse en el tema de lactancia materna, cambiar pañales, preparar los almuerzos y loncheras, y hacer tareas juntos. Siempre ha apoyado a su pareja a continuar su formación académica, encontrar opciones laborales para ejercer su carrera y no ha tenido empacho en aceptar quedarse en casa mientras su esposa se va a cumplir con una jornada laboral formal. En su núcleo familiar jamás ha escuchado que se le señale de “mandilón”, “no tenes los pantalones bien puestos”, “a vos te mandan”, como suelen escuchar quienes tratan de ejercer una paternidad diferente. Quizá se deba al hecho que su papá fue el primero en romper el eslabón machista, también a su formación en derechos humanos y equidad de género. Sin embargo, esto no garantiza que todos los hombres se sensibilicen con el tema.

En América Latina y el mundo

El informe más reciente publicado por ONU Mujeres, El Progreso de las Mujeres en América Latina y el Caribe 2017, indica que “en América Latina, la proporción del total de hogares donde una mujer aporta mas del 60 por ciento de los ingresos ha aumentado del 28 por ciento en 2002 al 32 por ciento en 2013”. Según el informe, la participación de las mujeres de estrato socio económico alto es más alta, más del 70 por ciento, es decir que, 7 de cada 10 mujeres participa en el mercado laboral. De ellas, 16 de cada 100 se dedican exclusivamente a las tareas del hogar y 19 de cada 100 no aportan ingresos. Sin embargo, aún hay muchas cumbres por conquistar, por ejemplo, el ganar más o igual que un compañero que tenga la misma formación académica y laboral. También que haya mayor facilidad para escalar dentro de la estructura de la organización.

Los retos son muchos, pues, como diría bell hooks -escritora y activista feminista- las mujeres ganaron más derechos respecto a sueldos y puestos, gracias al movimiento, pero no se logró acabar por completo con la discriminación de género. Ella indica que en las aulas universitarias los alumnos dirán que las mujeres disfrutan de igualdad, sin embargo, desconocen que las mujeres siguen sin recibir el mismo salario por el mismo trabajo, en Guatemala, por ejemplo, el ingreso laboral nacional de hombres es de Q2,006 y de mujeres es de Q1,682, según el INE.

Es necesario que empecemos a ejercer nuestro derecho al trabajo, que permitamos que nuestras parejas se sumen a la dinámica del hogar, no “porque nos hacen un favor al cuidar de los hijos y colaborar con los quehaceres diarios” sino porque es su obligación. Preparemos para nuestros hijos, hijas y futuras generaciones una sociedad distinta.

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