PRINCESAS QUE SE SALVAN A SÍ MISMAS

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Yo acuño el término “princesa” porque me gusta, considero que depende de cómo lo utilizas. No se trata de definir a una persona perfecta o débil, al contrario, es ser una mujer guerrera, balanceada y sobre todo REAL, lejos de los estereotipos de los cuentos de hadas. Todas y todos hemos visto historias de princesas y amor, la fantasía, como todo en la vida, también nos deja lecciones.

Las historias de princesas son parte de la cultura, y lo seguirán siendo, el reto es ponerle atención al enfoque que se le da y ser conscientes que tanto niños como niñas pueden tener acceso. Tengo una hija , y un bebe en camino, y quiero que ella y el sepan que pueden ser quien se propongan, a ella cada día trato de animarla a probarse a sí misma. Desde que nació he tratado de formarla como una persona independiente, respeto su ritmo e individualidad. Nunca la he comparado con otras personas, y, sobre todo, la incentivo para que crezca en ella la curiosidad académica y determinación. Mi esposo y yo siempre seremos sus padres, y claro, la animaremos a alcanzar sus sueños, sin embargo, dependerá de ella; por eso tratamos de inculcarle herramientas que le ayudarán a lograrlo. Esto no quiere decir que no le pueden gustar los vestidos, el maquillaje o películas de Disney.

Antes solíamos observar al arquetipo de mujer débil, necesitada de un príncipe que la rescatara para despertarla del sueño, sacarla de la pobreza, incluso, llegar a transformarse en humana. Ellas no podían lograr nada por sí mismas. La historia cambia ahora: mujeres transformando sus mundos, rescatando a otras personas o a ellas mismas, incluso vemos la sororidad entre el género. Analizando la película “Brave”, de Disney, puedes ver al personaje principal, Mérida, como toda una feminista. Una chica que no permite que la casen para poder gobernar un reino y que toma las riendas de su vida y de su destino. Puedes encontrar varios mensajes, pero uno de los centrales podría ser: no necesitas de un chico que te salve, puedes lograrlo tú misma. Todas podemos lograr nuestros sueños pero debes trabajar por ellos.

Para desarmar el término “princesa” tenemos varias herramientas, algunas de ellas –si lo analizáramos como una historia medieval- serían, un buen caballo: la educación es un medio para avanzar, alcanzar nuevas oportunidades y transportarte a través de varios mundos. Un arco, materializado en la determinación, lo que desees lograr; y, la flecha: tu trabajo, nada se logra sin esfuerzo y hacer lo que tienes que hacer para vencer.

Las cifras en el Guatemala reflejan la situación real de las mujeres. Según Naciones Unidas, la población se compone en 50% hombre y 50% mujeres. Sin embargo, las oportunidades para ellas a veces resultan desalentadoras, por ejemplo, de cada 5 adolescentes entre 15 y 19 años, 1 ya ha sido madre o está embarazada y en el área rural llegan a ser 1 de cada 4. Aunque hay números alentadores para las mujeres, por ejemplo, la tasa de escolaridad primaria es de 82.7 % hombres y 81.9 % mujeres.

Debemos empoderarnos y empoderar a las demás para lograr que más mujeres alcancen un espacio en las esferas de poder. La participación en política es baja: 9 alcaldesas frente a 338 alcaldes, en el Congreso de la República solo el 13% son mujeres y de 14 representantes de algún Ministerio de Estado solo 1 es mujer. Además, el Instituto Nacional de Estadística cuenta que por Q1 que percibe un hombre, las mujeres reciben Q0.75 y solo el 0.7% de mujeres ocupa cargos de dirección o gerencia. Estas estadísticas deben cambiar por nuestras hijas e hijos, para lograr un país más justo e igualitario.

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