FASHION WARS: La moda como reflejo de una sociedad en guerra, 1940-1950

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El siglo XX se forjó entre grandes guerras y junto a ellas, la sociedad fue transformando los elementos de su vida cotidiana como la tecnología y la moda. Las tendencias, tanto masculinas como femeninas, se vieron influenciadas por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), además de la Guerra Fría (1947- 1991) y la Guerra de Corea (1950 – 1953). No solamente por la escasez de insumos, la adaptación y uso de nuevos materiales industriales, como la lona, sino también por los estilos influenciados por los uniformes militares y el cine.

Las guerras mundiales no fueron ajenas a Guatemala, especialmente cuando el Presidente Ubico tomó las riendas durante la época de la depresión económica mundial. En el transcurso de su gobierno, los precios del café se desplomaron y el producto no se vendía (Adams, R. 1995). Guatemala siguió los dictados de Estados Unidos cuando estalló la guerra en septiembre de 1939 y declaró su neutralidad. Tras el ataque japonés a Pearl Harbor, se le declaró la guerra a Japón y al Reich alemán en diciembre de 1941 (Adams, R. 1995).

La situación económica impactó también a Guatemala y en cuanto a la moda, la austeridad de los materiales y la imposición de las nuevas tendencias en cortes y demás, fueron parte de la nueva forma de vestir. Tanto en la moda como en las artes, la afinidad del país por la cultura francesa y sus formas de expresión fue su principal fuente de inspiración y enfoque, que más adelante se le dio un toque más latino bajo la influencia del cine mexicano y sus actores.

 

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INFLUENCIAS EUROPEAS


En París, la alta costura que se estableció a inicios del siglo XX, a causa de la II Guerra Mundial, declinó y no fue sino hasta 1944, cuando la ciudad francesa fue liberada de la ocupación alemana, cuando el mercado de la moda comenzó a resurgir y la ciudad de nuevo se estableció como la capital de la moda (TASCHEN, 2011).

En el caso del traje femenino se redujo a faldas lisas y rectas con chaquetas inspiradas en el estilo militar, el maquillaje se simplificó y al cabello se le dio forma con horquillas (Chajón, A.).

“La gente llegó a apreciar de nuevo el valor de la alta costura tradicional, y compradores  y periodistas de moda de todo el mundo se reunían en las exhibiciones que dos veces al año se celebraban en París, que volvió a convertirse en la capital mundial de la moda. La infraestructura económica de Francia resultó muy beneficiada por el establecimiento de un negocio de licencias para aprobar el copyright del griffe o ropa de marca. Esto puso en marcha una obsesión por las marcas que sigue teniendo gran influencia sobre las mujeres de hoy en día. Además, la regulación de las ventas de patrones para ropa legalmente aprobados, conocidos como toile y la potente industria del perfume, ayudaron a reforzar el mercado de la moda parisina”.1

CHRISTIAN DIOR

A través de este diseñador francés, París vio el resurgimiento de la alta costura. Su primera colección fue lanzada en 1947 y dio a conocer el “nuevo look ” que determinó el nuevo destino de la moda que se utilizaría por la siguiente década. “El nuevo look , era un estilo nostálgico y elegante, caracterizado por hombros redondeados y un busto alto y realzado, con una diminuta y entallada cintura, una falda más bien larga y acampanada, guantes, sombrero y zapatos de tacón alto, todo lo contrario al estilo austero de la Segunda Guerra Mundial”.2

Dos diseñadores que contribuyeron con Dior fueron Roger Vivier, quien comenzó a crear colecciones de zapatos para dicha casa de moda en 1953; e Yves Saint Laurent, quien en 1957, tras la muerte del diseñador asumió la dirección de la firma, a la cual introdujo el vestido campana y nuevas técnicas que se mezclaban con las tradicionales de la alta costura y que introducían el nuevo concepto de la forma abstracta del cuerpo (TASCHEN, 2011).

CRISTÓBAL BALENCIAGA

Durante la década de los años cincuenta, este diseñador español se caracterizó por su experiencia práctica en las técnicas de confección y en la búsqueda de la perfección, innovando complejas técnicas de corte (TASCHEN, 2011). Su objetivo principal fue alcanzar la elegancia en el estilo de una forma ligera y poco cargada.

 

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INFLUENCIAS AMERICANAS


 

El cine fue el principal promotor de la moda en este continente y para Guatemala su influencia venía desde Estados Unidos y México. El vestuario de las actrices y actores que establecían el modelo aspiracional de la época, así como el surgimiento del Rock & Roll, crearon la necesidad de la sociedad de vestir acorde a los nuevos modelos establecidos.

En 1946 Louis Reard crea el bikini en sustitución del traje de baño femenino tradicional, que más adelante en 1956, la actriz Brigitte Bardot lo popularizó e impuso de moda (Chajón, A.).

En 1949 Silvana Mangano fue la actriz que puso de moda los pantaloncillos cortos, conocidos por su nombre en inglés como hot pants (Chajón, A.).

En el caso del vestuario masculino, las figuras de Marlon Brando y James Dean impusieron la moda de la playera, los pantalones de lona y las chumpas de cuero. En el caso de las playeras, blancas específicamente, se comenzaron a poner de moda a través de las imágenes de los soldados del ejército estadounidense que luchaban en la Guerra de Corea (Chajón, A.).

Tanto para Guatemala y Centroamérica, el cine mexicano fue uno de los más grandes exponentes de la cultura y la moda del momento. De la mano de actrices como María Félix, Dolores del Río y María Antonieta Pons, entre otros actores. Durante las décadas de 1940 y 1950, el cine mexicano atravesaba por su época de oro, extendiendo sus películas por Latinoamérica, especialmente a través de la televisión que para 1953 las cadenas estadounidenses alcanzaron el apogeo por la accesibilidad en el precio de los aparatos. La televisión comienza en México hasta 1950 y en Guatemala hasta 1955. Un año más tarde comienza a introducir la programación estadounidense, mexicana, venezolana y argentina (Chajón, A.).

Según un ensayo publicado por Maricruz Castro-Ricalde, el Cinema Reporter publicó la siguiente primicia:

“A partir de 1943 comenzaron a llover datos sobre la preferencia por el cine mexicano en Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Panamá, en donde el público busca nuestras costumbres y el reflejo del medio ambiente que en algunas ocasiones tiene nexos y semejanzas a ellos”. En su paso por Centroamérica, el enviado de Cinema Reporter también aseguraba que “las cintas hechas en nuestro país tienen preferencia especial del público sobre las demás” (Aguilar, 1944: 12-13)”. 3

“En 1942, un crítico colombiano escribió con cierta amargura sobre las consecuencias del éxito mexicano: recordemos también a México, que con sus películas más recientes ha impuesto y popularizado su música, su vestimenta, sus costumbres, sus monumentos y bellezas naturales. En el campo de la moda, de los gustos, de las preferencias estéticas, de la vida cotidiana y sentimental, el cine ejerce una tiranía absoluta (El Tiempo, 1942: 5)”.4

NUEVOS ESTILOS

Desde Europa venía el concepto de la mujer estilizada y sumamente elegante de las propuestas de Dior y Balenciaga, entre otros diseñadores; las mujeres entonces adoptaron esa nueva tendencia agregando toques de joyería, y elementos de maquillaje como los labios y las uñas rojas.

El estilo andrógeno fue cobrando cada vez más popularidad y adaptándose a las formas femeninas. Tal fue el caso de los sacos que se combinaban con las faldas que se seguían utilizando hasta la rodilla, los sombreros y se introdujo el uso del pantalón para el vestuario cotidiano femenino. Las cinturas ceñidas y el realce del busto. En los vestidos de noche y de gala, se utilizaron los drapeados. En el caso de las blusas y vestidos de diarios, así como también los sacos se incorporaron las hombreras para dar un sentido más simétrico y masculino. También se incorporó el uso del sombrero diario.

Ya en la década de los cincuenta, el vestido femenino se fue modificando. Se impuso la moda del vestido y la falda campana. Las hombreras se quitaron y se dio paso a los vestidos sin mangas, sin ceñir tanto la cintura y un poco más holgados. Algunas actrices como Audrey Hepburn impusieron la moda de la camisa abotonada en conjunto con la falda campana.

En el caso de la moda masculina no tuvo mayor modificación en ambas décadas, ya que se continuaba con el uso del traje sastre, los mocasines, los sombreros, las gabardinas, las corbatas y el pañuelo en el bolsillo del saco.

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VESTUARIO INDÍGENA


Durante estas décadas, ya era evidente la distinción de vestuarios indígenas entre regiones. Poco a poco, cada uno de los pueblos fue cobrando fama por sus habilidades artesanales, distinguiéndose algunos por bordados, otros por el trabajo en lana, otros en orfebrería, etc. La sombrerería fue una de las artesanías que más se produjeron durante esta época en Guatemala, hechas a base de fibra de palma blanca. San Luis Jilotepeque fue la cuna principal de dicha producción John Gillin, antropólogo, escribió que luego de la II Guerra Mundial, los sombreros se sustituyeron por los de fieltro importados de México y pasaron a ser un objeto de distinción de posición social para los indígenas pocomames (Dary Fuentes, C.).

La joyería y los textiles, así como las técnicas para trabajarlos, se fueron convirtiendo cada vez más ostentosas y elaboradas.

QUICHÉ

El vestuario femenino de San Cristóbal se creó y modificó en base a una clara influencia española, según nos explica la artista Carmen Pettersen en su libro Mayas de Guatemala. “Visten el cuello circular bordado de su pueblo, que generalmente se guarda para grandes ocasiones. Debajo usan un huipil indígena verdadero”.5

En la región del Quiché existen diversos trajes y formas de vestir dependiendo del pueblo. Sin embargo hay ciertos elementos que se comparten, como por ejemplo la blusa blanca de tela comercial con bordados y la incorporación de los encajes. Para las ceremonias y trajes de cofradía, sobre la blusa se utiliza un sobrehupil al que se le bordan picos de algunos colores alrededor del cuello para simular el sol. El corte no es igual para todos los lugares, son sumamente coloridos y dependen el pueblo.

HUEHUETENANGO

Si algo es distintivo de este departamento es el color rojo encendido de los hilos y textiles, tanto para huipiles como para el corte, los tocados y las servilletas. Los bordados son patrones geométricos que se tejen en líneas continuas horizontales de un extremo al otro, tanto de la blusa como de la falda.

SOLOLÁ

El color rojo es la base del vestuario indígena de esta región, tanto para el masculino como para el femenino. El corte enrollado de las mujeres tiende a ser de color azul oscuro. Se utiliza la cinta enrollada en la cabeza la cual se teje en telar de cintura al igual que el huipil y la faja. A esta cinta se le bordan diferentes motivos, ya sean abstractos, geométricos o zoomorfos. Los sobre huipiles son largos hasta casi las rodillas, se crean a base de largos lienzos y se decoran con bordados desde el cuello hasta el borde, completamente decorados.

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