Un cuerpo alineado a su esencia

Arianne Meza Musa

No me canso de decir que el cuerpo no es nuestro asunto. Esto podría parecer incoherente y contradictorio, sobre todo porque soy médico y me dedico a la salud integral de la mujer; y estoy segura que muchas mujeres piensan: ¿Qué le pasa a esta doctora?, ¿Cómo no va a ser mi asunto mi cuerpo?

Sin embargo, lo que quiero que entiendan es que solamente la mente es nuestro asunto, ya que nos podemos ocupar de alinearla y aclararla día con día para que nuestro cuerpo la siga. Esto es lo que sabe hacer nuestro cuerpo porque tiene una inteligencia propia que siempre sabe cómo regresar al balance.

Cuando nuestra mente se alinea a lo que en realidad somos y da el soporte necesario al cuerpo, éste puede fluir a la perfección con cada función que está destinado a hacer. La salud ya es nuestra, solo debemos de dejar de interferir y dejar que el cuerpo haga su trabajo.

Un cuerpo alineado a su esencia no es el “más atractivo” o el que goza de una salud perfecta, sino aquel que vibra en armonía con el amor universal, el alma, las energías etc. Esa divinidad que habita en todas la mujeres, es a la que llamamos esencia. Entonces, si somos seres multidimensionales, ilimitados, expansivos, metidos en un cuerpo físico que es realmente un vehículo, ¿Por qué no va a ser posible reflejar tanta grandiosidad al exterior?

Sí es posible, una vez que te mantengas conectada a esta fuerza divina con la que irradias lo que realmente eres. Esto es lo que hace a una mujer verdaderamente atractiva, el tener una mente clara que aprende a amar su realidad, cuerpo y condición como se presenta en ese exacto momento. Una mente que, por amar la vida decide amar su cuerpo.

Desde una perspectiva médica y personal, he llegado a comprender que  cuando nuestro cuerpo se conecta con su esencia es capaz de hacer absolutamente todo y sanar de maneras increíbles. Una mujer que goza de esta conexión es capaz de vivir su mejor versión, ya que vive en presencia y da el 100% de su atención al presente, irradiando luz a cada instante.

Una vez que la mujer forma este vínculo se convierte en un ser libre, ya que no hay pensamiento que la encadene ni barreras edificadas en su contra. Ella goza de una libertad absoluta, pues ya no le teme a nada desde que sabe que habita un universo amoroso, en el que todo está para despertarla y  hacerla crecer y evolucionar.

Distintas corrientes filosóficas nos han enseñado que la mujer, por ser altamente sensible e intuitiva, es un canal perfecto de sabiduría espiritual, solamente debe aprender a abrirlo. Por experiencia propia, estoy segura que si gozamos de una salud integral de mente, cuerpo y alma, damos espacio a esta apertura.

Para iniciar esta transformación, hay algunos pasos clave que debemos hacer:

1. Trabajar mi mente: Invertir tiempo en la autosanación y crecimiento espiritual. Buscar herramientas, leer libros y encontrar una práctica que nos enseñe a vivir en paz cada día y transforme la forma en la que trabaja mi mente.
2. Prestar atención a mi energía interna: Pasamos el día en modo automático y se nos olvida parar y prestar atención a la vibración de nuestro cuerpo. Debemos cuestionarnos si estamos vibrando en gracia y armonía con la esencia o si estamos tensas y ansiosas. El cuerpo lo siente y se comunica, escuchémoslo.
3. Mantener un ambiente interno y externo limpio: Promover estados puros y de limpieza en el organismo, basando nuestra dieta en alimentos reales y eliminar productos procesados que contienen disruptores endocrinos (los químicos y sustancias tóxicas para el organismo que perjudican la forma en la que el cuerpo funciona). Promover un mejor manejo en los niveles de estrés, tanto fisiológico (interno) como externo.
4. Entender que este tipo de salud es un camino de constante crecimiento: Nunca “llegué”, no hay un fin. Vamos y venimos, y se trata de siempre saber regresar a nuestra esencia. Las lecciones vienen en diferentes formas todo el tiempo y cuando sientas que algo te desorienta, De eso se trata, de saber regresar momento a momento.

Muchas veces el cuerpo puede parecer un obstáculo o un “enemigo” en el proceso de vivir alineada a la conciencia universal. Pero, es todo lo contrario,  ya que éste es el vehículo que nos permite exteriorizar el increíble ser humano que habita en él.