Jimena de Tezanos: la rebelde detrás del diseño y el arte en Guatemala
Entrar a La Galería Rebelde es como adentrarse en un portal que, en medio de la ciudad, nos permite conectar con diferentes miradas. El espacio consiste en una bodega amplia, totalmente iluminada, en cuyas paredes pueden descubrirse tantas maneras de ver y relacionarse con el mundo como materiales. Las pinturas de gran formato del artista costarricense Luciano Goyzueta -quien crea sus propios portales multidimensionales- y la artista mexicana Fernanda Caballero -quien establece relaciones extraordinarias con los pigmentos y sus texturas-, no son solo propuestas singulares sino parte de la visión más amplia de la galería. De igual manera, las instalaciones orgánicas e inorgánicas de Angélica Serech, de Comalapa, las del artista peruano-mexicano Aldo Chaparro y las de las renombradas artistas guatemaltecas Lourdes de la Riva y Diana de Solares, han organizado en diferentes momentos el espacio expositivo de distintas maneras, dotándolo de un carácter ligado a la experimentación, es decir, la posibilidad de acercarse al mundo de otro modo, con y a través de la materia.
No es raro que este espacio -y la manera como amplía nuestras oportunidades de relacionarnos con el arte y su materialidad- sea parte de un proyecto de larga data enfocado en la exploración del diseño, la arquitectura, el estilo de vida y el arte. Su fundadora, Jimena de Tezanos, creció rodeada de proyectos y de procesos creativos gracias a sus vínculos familiares. Entre sus recuerdos de infancia, se encuentra su padre dibujando los planos de una casa de muñecas, que luego construyó para ella y a sus hermanas. Luego de cortar la madera y unir las piezas, su madre cosió las cortinas para las ventanas.

Crecer en un hogar donde la creatividad, el trabajo manual, la exploración de materiales y la apreciación de los objetos como elementos estéticos es central implica participar, desde corta edad, de una manera particular con la realidad. Desde niña, Jimena se acercó con interés a las múltiples actividades que hacían sus padres, y ellos siempre le dieron herramientas no solo para responder a sus preguntas sino para seguir nutriendo su curiosidad. Podía pasar tardes enteras contemplando las imágenes de las enciclopedias que su padre le daba, indagando sobre los árboles de los que provenían las maderas que se usaban en la carpintería o la historia de la porcelana que su madre integraba al menaje de casa. Su madre, además, desde entonces cosía, tejía, pintaba. Así, los hermanos de Tezanos, de los que Jimena es la mayor, aprendieron que la investigación, el proceso creativo y la producción son parte de un mismo proceso. Uno de sus paseos favoritos era visitar la librería y elegir un libro pues su padre les incentivaba a ir armando su propia biblioteca. Hoy todos -tres hermanas y dos hermanos-, se dedican al diseño, el arte, la arquitectura y la innovación en diferentes medios y áreas.
Parte de ese ejemplo recibido desde casa es también, para Jimena, la libertad de pensamiento y la confianza en sí misma. Aprendió desde jóven que podía alcanzar lo que se propusiera siempre que fuera dedicada y consistente. Como familia extranjera en Guatemala, los de Tezanos mantuvieron en su núcleo sus principales relaciones y actividades y por esa razón esa fue su principal escuela. La casa familiar fue un espacio en el que nada era simple, cada evento implicaba una compleja producción en la que las tradiciones se volvían rituales para el buen vivir. Se trataba de diseñar el espacio idóneo para propiciar la conversación y el intercambio. De su madre, Jimena aprendió que la producción de esos momentos se traducen en una forma de cuidar y fortalecer los vínculos, de mostrar afecto. Cuando su padre le regaló una videocámara, la utilizó para hacer una gran cantidad de películas, afición que luego se convertiría en el deseo de estudiar cine para crear escenarios. Sin embargo fue Comunicación la carrera escogida ( y agregar algo para unir a la siguiente línea). Ese carácter teatral que exploró más adelante en su tienda Big Apple, fue producto de las experiencias y de los actores culturales que conoció acompañando a su madre cuando era niña. Para Jimena, uno de los grandes legados de esa educación fue el de reconocer el valor del pasado como base para lo que pueda generarse en el futuro, es decir, reconocer que el pasado está siempre en el presente, moldeándolo.

En la adolescencia, Jimena comenzó a encontrar sus propios referentes estéticos y a formar su visión artística. Apasionada por la Historia del Arte y por obras como la de Gio Ponti, se interesó en la arquitectura moderna y por el diseño. “La forma y la materia eran todo para mí”, apunta Jimena. De hecho, los viajes que realizaba entonces los enfocaba en explorar obras arquitectónicas, museos y piezas de diseño. Junto a sus mejores amigos, con quienes compartía el gusto y el conocimiento de la fotografía, empezó a construir sets o escenarios. Ya a los 21 años, Jimena se interesó también por el coleccionismo del arte, inspirada por el arte de la casa familiar, pero con el interés de elegir desde sus propios gustos, conocimientos e intereses las obras de arte que ella quería tener cerca. Esto marcó entonces una toma de distancia de los gustos de sus padres, que se inclinaban más por lo barroco o francés. Luego de armar su propia biblioteca de arquitectura y diseño industrial, se involucró en el mundo del arte de Guatemala.
La tienda Big Apple, que Jimena creó más tarde, se constituyó como un proyecto que le permitía viajar, explorar espacios de diseño y traer a Guatemala objetos únicos con una historia propia. Entendiendo el diseño como la integración entre el arte, la utilidad y la calidad de vida, Jimena se asumió como una curadora de objetos, los cuales elegía en fábricas de tapicería, talleres de porcelana o estudios de diseño industrial. Fue creando sus colecciones basándose en el diseño de escenarios de inspiración teatral y en el montaje de museos de arte y galerías: cada objeto se hacía parte de una escena con un espacio especial y un carácter particular en la tienda. De ahí que la Big Apple fuera reconocida por su “Gallery Style Store”. Fue en la tienda donde pudo poner en práctica la visión artística que venía gestando desde su infancia y conocer a mayor profundidad otros procesos de producción. Al mismo tiempo, Jimena fue ampliando su colección de arte e integrando el trabajo de artistas locales a proyectos de diseño e interiorismo.

Luego de varios años de trabajo, Jimena decidió cerrar Big Apple para enfocarse de manera más directa en el mundo del arte. Para quien se formó en el arte como una expresión material, la sobreabundancia de arte puramente conceptual -propia de una rama del arte contemporáneo que tiende a primar muchas veces sobre otras- no tenía mucho sentido. Así, La Galería Rebelde fue creada con el deseo de mostrar la amplia riqueza y diversidad de las propuestas artísticas actuales. Este proyecto se complementa con la tienda La Rebelde, donde Jimena integra piezas y objetos de diseño global para el hogar. Estos espacios se han convertido en espacios para el encuentro entre coleccionistas, artistas y diseñadores, guiados por el nombre de los proyectos, que Jimena tomó de la expresión con la que personas a su alrededor se referían a ella. Ser rebelde implica aquí dejarse guiar por una visión honesta y auténtica, nutrida por el conocimiento de la materia, la historia y el bagaje de las obras de arte, más que por meras tendencias comerciales. La galería -una ofibodega entera destinada a la exhibición de obras-, fundada en el 2019, recibió al inicio tantos cumplidos como críticas, pero en poco tiempo el espacio se ha ido posicionando como un lugar de referencia para el arte actual producido en toda la región. La Galería Rebelde ha participado desde entonces en la feria de arte de París y otros eventos internacionales importantes. La galería se presenta como “una plataforma disruptiva en constante transformación que busca crear nuevas conversaciones y narrativas acerca de las prácticas artísticas basadas en la experimentación formal y conceptual de los artistas”. Además, este es un “espacio satélite, abierto a relaciones orientadas a la creación, la colaboración y el intercambio”.
Los primeros encuentros y relaciones son entre la galerista, los artistas y sus piezas. Como productora de ideas, el trabajo de Jimena es el de asegurarse que las ideas de los artistas se materialicen de la mejor manera, sin temor a las dimensiones y complejidades de la producción y el montaje. Sus niveles de exigencia y perfeccionismo, parte de la relación que desarrolla con los artistas, son algo que se deja ver en todas las exposiciones que la galería ha presentado hasta ahora. Cada aspecto ha sido cuidado, recogiendo la amplia experiencia de su productora en la creación de proyectos relacionados con el interiorismo, el diseño de escenarios, la producción de películas, desfiles de modas, y una amplia diversidad de eventos. Esto último, además, requiere de la habilidad de saber comunicar y saber vender las ideas a todas las personas involucradas, desde su propio equipo hasta los coleccionistas o compradores, considerando su contexto, su bagaje, sus posibilidades y su sensibilidad. Para Jimena, todos los días se trata de poner algo en escena, y su enfoque está en que ese escenario propicie oportunidades creativas, creadoras y enriquecedoras para la vida de las personas.



