Tiempo de Florecer
No hay tal cosa como una mujer que brilla demasiado. Hay mujeres que se han reencontrado consigo mismas, que se han amado lo suficiente como para no aceptar menos de lo que merecen. Esta edición es una oda a ese viaje interior, a esa búsqueda silenciosa pero incansable por la paz, el amor propio y la plenitud.
Hablamos de crecimiento. De esas batallas que nadie ve pero que nos transforman. De la competencia más honesta: la que tenemos con nuestra versión de ayer. Celebramos el valor de aquellas que, paso a paso, construyen una vida de éxito que, más allá de verse bien, se siente bien.
Durante muchas generaciones nos han enseñado a competir entre nosotras, y aunque es bonito esforzarse por algo, esta competencia nubla lo más importante que cualquier mujer debería tener claro: su resplandor.
Resplandor, una palabra poco usada en nuestro vocabulario. Significa lucimiento, lustre, gloria y nobleza. Implica saberse digna de algo, tener claro el entendimiento de lo que la hace única, diferente, fuera de lo normal. Es conocerse a sí misma, aceptarse, verse de frente y entender aquello que es propio y lo que nos hace únicas.
Un ejercicio que toda mujer debería conocer y tener presente. Sin embargo, el mundo en el que vivimos, con tanto bombardeo de publicidad, contenido y amor por lo perfecto, nos ha desconectado y nos cuesta cada vez más sabernos merecedoras. Merecedoras de nuestra propia luz.
Es impresionante cómo conozco mujeres hermosas que sienten que son “demasiado”. Que no deben ser tan bonitas, tan inteligentes, tan atrevidas. Es como si debieran bajar el switch despampanante para encajar con el resto de mujeres que, con el paso de los años, la madurez ha hecho olvidar ese brillo que una vez las hizo únicas, diferentes, fuertes, hermosas y valientes.
Como en la naturaleza, también nosotras atravesamos estaciones. Hay inviernos de pausa, de recogimiento, de volver a nuestras raíces. Y hay veranos en los que florecemos, en los que nuestras ideas se convierten en realidad y nuestros sueños toman forma. Cada etapa es sagrada. No estamos aquí para competir con la luz de otras, sino para recordarnos que hay espacio para todas. Que podemos admirar el brillo ajeno sin apagar el nuestro. Que nuestro brillo es válido y merecedor de ser, de existir, y que se vale creer en él, empoderarlo y llevarlo al máximo.
Florecer no es solo florecer para el mundo. Es abrirnos desde adentro, después de haber sanado, crecido y aprendido. Una flor fuerte es aquella que, con raíces profundas, se mantiene firme ante el viento. Su dulzura no viene de la perfección, sino de la autenticidad. Su luz no compite: inspira.
Y entonces, nos preguntamos: ¿estamos listas para abrazar nuestra propia luz? ¿Podemos mirarnos con ternura, con orgullo, sin miedo a nuestra grandeza? Tal vez, al hacerlo, entendamos que cada mujer tiene un brillo distinto. Y que todas somos necesarias. Que cada una, en su tiempo, en su forma, hace florecer al mundo.
Esta edición es un homenaje a esa luz. A la que cultivamos en silencio. A la que compartimos con las demás. A la que se enciende cuando nos elegimos con amor y la que, cuando venimos al mundo, traemos sin esfuerzo.
Brillamos más cuando brillamos juntas. Iluminamos más cuando compartimos. El mundo necesita de nuestra luz, y nosotras también necesitamos recordar que siempre ha estado dentro.
Que esta edición sea una invitación a florecer. A tu ritmo, a tu manera, con todo lo que eres, pero más que nada, que nos recuerde que todas somos parte de un Creador, y que nuestro valor no reside en la luz que proyectamos, sino en la luz que ya llevamos dentro.