CHARGING IT UP

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BATERIAS DE JUGUETES

Por: Cristina Rodríguez

Fotografía: Servicios

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Al nacer mi hijo me di cuenta que en casa estábamos utilizando muchísimas baterías. Los ocasionales cambios cada año a los controles de la televisión, de las puertas o de linternas, pasaron a ser a cambios por mes de casi seis baterías a la vez. ¿Qué hacer con todas ellas? En alguna ocasión hace muchos años escuche a alguien decir que nunca debían de tirarse a la basura, así que empezó mi investigación, sin ser una experta sobre el tema, sobre las baterías alcalinas, que son las que se utilizan en su mayoría en nuestra vida diaria.

Las baterías contienen varios contaminantes considerados peligrosos entre los que figuran el zinc, cadmio, plomo y mercurio. Cuando, incorrectamente, las tiramos con el resto de los desechos, estas pilas van a parar al basurero municipal. Entonces, el mercurio y otros metales pesados tóxicos pueden llegar al medio y perjudicar a los seres vivos. El mercurio es un posible cancerígeno y es bioacumulable (no se puede eliminar del cuerpo). Adicionalmente puede provocar ceguera y convulsiones. El plomo puede dañar el sistema nervioso, los riñones y el sistema reproductivo. Como no se degrada, cuando se libera al aire puede ser transportado largas distancias antes de sedimentar. Se adhiere a partículas en el suelo y puede pasar a aguas subterráneas. El litio es un neurotóxico y es tóxico para el riñón. La intoxicación por litio produce fallos respiratorios, depresión del miocardio y edema pulmonar. Daña al sistema nervioso, hasta provocar estado de coma e incluso la muerte. El cadmio es una sustancia cancerígena que si se respira en altas concentraciones produce graves lesiones en los pulmones; ingerirlo provoca daños a los riñones. En dosis altas puede producir la muerte. Ingerir alimentos o tomar agua con cadmio irrita el estómago e induce vómitos y diarrea. El cadmio entra al aire y al agua desde vertederos o por derrames de desechos domésticos, y puede viajar largas distancias. El níquel tiene efectos sobre la piel. Respirar altas cantidades produce bronquitis crónica, y cáncer del pulmón y de los senos nasales. Se libera a la atmósfera por la incineración de basura. En el aire, se adhiere a partículas de polvo que se depositan en el suelo.

Fotografía: Servicios

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Lastimosamente en Guatemala y Centroamérica no existe la tecnología para reciclar las baterías alcalinas, ni siquiera para disponer de ellas correctamente. La buena noticia: el nivel de mercurio en las baterías ha disminuido considerablemente desde 1996, gracias a la aprobación de la Ley de Gestión de Pilas en Estados Unidos. Siendo Estados Unidos uno de los mercados más importantes para estas empresas, en su mayoría, empezaron a modificar la manufacturación de las baterías. Hoy en dìa, tenemos opciones en el mercado de baterías libres de mercurio, por lo que es importante leer las etiquetas cuando las compramos y buscar frases como “mercury free”, “Green option”, “libres de mercurio”, “opción verde”, “fórmula sin mercurio”, “sin mercurio agregado”. En Guatemala, las baterías que cumplen con estas características, aunque no en todas sus presentaciones, son las de marca Duracel y Rayovac, es por ello la importancia de verificar las etiquetas.

Por ahora lo que podemos hacer es evitar su consumo: compremos juguetes de madera o aquellos que no necesiten de baterías para funcionar, consideremos la alternativa de utilizar baterías recargables y, si en todo caso es inevitable su consumo, busquemos aquellas opciones que sean más amigables con el medio ambiente. Para su correcta disposición, acumulemos la mayor cantidad en envases, etiquetémoslos y sellémoslos antes de tirarlos a la basura.

Fotografía: Servicios

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