Virginia Bartolomé: surf, maternidad y el valor intrínseco de ser mujer

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Virginia Bartolomé


Muchas veces en la vida, nos encontramos en la búsqueda constante por alcanzar un balance perfecto dentro de la dinámica diaria; entre quienes somos y quienes deseamos ser. Aunque el camino nos coloca estándares creados por el entorno y por nuestras propias visualizaciones de realización, debemos regresar a nuestras capacidades innatas, y así, encontrar el verdadero sentido de nuestra naturaleza y belleza humana.

Virginia Bartolomé tiene una personalidad que guarda una agradable mezcla entre la comodidad en su propia piel y la conexión que tienen con su feminidad. Con la maternidad y con su espiritualidad. “Virchi”, a sus 24 años, nos muestra que alcanzar el balance en la vida es un aprendizaje, que muchas veces consiste en relajarse, encontrar la naturalidad de los sucesos y seguir nuestra intuición.

Con mi bebé he aprendido a apreciar y agradecer lo que mi mamá hizo por mí y lo que las mujeres hacen. Una madre no descansa nunca, y es un amor incondicional digno de admirar.

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“El surf no es lo que hago; es lo que me ha enseñado a ser quien soy”


A los trece años inició un trayecto de vida a través del deporte que le apasiona, el surf. Como toda buena deportista, su enfoque consistía en las competencias y el impulso por llegar a ser la mejor surfista.

Se alejó un poco de las competencias al darse cuenta de la corrupción que existía dentro de las asociaciones de este deporte. Así, encontró un nuevo sentido y una dirección ilimitada que encendió su pasión por el surf. “Tuve un despertar”, nos explicó.

 

En el afán de enamorarse de nuevo del deporte, comenzó a viajar por el mundo buscando olas perfectas y lugares que despertaran en ella esa pasión. Encontró lo que buscaba en playas vírgenes llenas de naturaleza, “desde entonces no puedo dejar de surfear, está enraizado en mí de una manera que me enseña tanto”.

“El mar es una energía viva y te habla a su manera. Es algo tan poderoso al que tienes que estar conectado para poder surfear. Las olas son energía pura que viaja a través del océano. Aprender a levantarse en la tabla es lo más fácil, pero leer el mar toma años porque tiene su propio lenguaje. Toma muchas experiencias, y cuando logras tener esa conexión con algo que no es humano, se convierte en algo místico. Te sincronizas con la ola y puedes surfearla. Es de tenerle mucho respeto; es tan poderoso que no puedes perder la calma. Tienes que entrar con la mente relajada y muy abierta. Si lo respetas, te puede dar olas increíbles”.


“Hay que vivir y dejar vivir”


Así nos describe su compromiso por cuidar los ecosistemas y provocar el menor daño o contaminación posible. “Guatemala es increíblemente rica en su naturaleza, y es triste ver cómo los corruptos la venden. Aquí tenemos playas bellísimas, llenas de recursos naturales, y un ecosistema que aún se mantiene virgen; debemos cuidar y luchar porque se mantenga de esta manera. No dejar que países del primer mundo, en donde hay áreas protegidas y donde no les permiten hacer eso, se aprovechen de la corrupción de nuestro países”, afirmó Virginia.

De la misma manera, cuida su cuerpo. Gracias a la cocina de su mamá, nos cuenta orgullosa, desde pequeña desarrolló un buen paladar, el gusto por las especias y por la cocina. “Me gusta experimentar con los condimentos, en mi casa tengo una colección. Algunas que ni se encuentran aquí en Guatemala, o es difícil conseguirlas. Y es que para mí son medicina; antes de tener frascos de medicinas químicas en mi casa, tengo mis especias y prefiero curarme con ellas”, comentó.


“Yo quiero que mi hijo conozca el mundo natural, y sin la intervención del hombre, ya que el mundo natural te da las herramientas para aprender a superar los obstáculos en la vida”, nos cuentó respecto a su nuevo rol como madre. Con una sonrisa en el rostro agregó, “la maternidad y mi hijo, me han ayudado a ser mejor persona para que él pueda ver un mundo de gente buena. Me ha quitado cosas de mi vida que yo no necesitaba. Incluso, en el surf, cuando retomé la práctica después de su nacimiento, regresé con menos ansiedad y empecé a disfrutar el deporte, las olas y el simple hecho de tener ese talento”.

Ser madre le ha mostrado una nueva faceta, y es el impulso que la motiva  a mantener su estilo de vida orgánico y natural. “Todos somos humanos, y en algún momento vamos a tener un nivel de conciencia colectiva para poder apreciar y cuidar nuestro planeta”.

“Muchas personas se escudan bajo la falta de practicidad que tiene el ser ecológicos, pero todo requiere de un esfuerzo y hoy en día hay formas de hacerlo. Solo es cuestión de incorporarlo en el día a día de una manera que te permite continuar con tu vida rápida y sin dañar el ecosistema; es preferible comprar una botella de vidrio que una de plástico, que voy a ver flotando a mi lado cuando estoy surfeando”.


 

En cuanto a la feminidad, nos cuenta que la clave está en apreciarla y aprender a aceptar la belleza de nuestros cuerpos al desnudo, tal y como fueron creados. “Ser mujer es lo más sensual que nos pudo haber pasado. La mujer es la definición de sensualidad. Todas somos ‘diosas’  y venimos a hacer el mundo más bello. Debemos vernos a nosotras como una flor, el tipo de flor que uno quiere ser y cuidar. Jamás debemos caer en las comparaciones, esa es la ladrona de la felicidad y hay que eliminarla. Debemos trabajar en nosotras mismas, querernos y darnos a respetar; amar nuestro cuerpo desnudo, para muchas es un reto, pero la desnudez es algo hermoso. El cuerpo es un arte y nosotras debemos esculpirlo, estar orgullosas y disfrutar de esa belleza desnuda”.

Virchi es una persona que mantiene la mente abierta, y se da la oportunidad de vivir la vida con todo lo bueno que trae. Esas nuevas experiencias que llegan como las olas de las que nos cuenta. Ella mantiene la capacidad de ser humilde y de reconocer el valor de vivir aprendiendo constantemente. Además, es una guatemalteca orgullosa de su país y su cultura.

No es de extrañar, entonces, los planes que tiene para un futuro cercano: viajar junto a su familia por toda la costa centroamericana, buscando olas y absorbiendo la riqueza natural y cultural que tiene para ofrecer.

“Centroamérica y Latinoamérica son espectaculares. Tenemos olas que no debemos envidiarle a ninguna otra parte del mundo. Hay agua caliente, olas perfectas, sin mucha gente y una cultura sumamente rica”.

 

Texto: Lourdes Galindo

Fotografía: Angelique Hazbun, El Estudio.

Joyería: Maison Escarlata

Traje de baño: WEAR

Maquillaje: Mac Cosmetics

Locación: Tadeus – Watermanía, S.A.

 

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