Letty Teleguario

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Letty es una mujer Maya Kaqchikel, luchadora y perseverante, que ha logrado abrirse un camino aún teniendo varios factores en su contra. Ha dedicado su vida a luchar por la igualdad de las mujeres indígenas guatemaltecas y abrir espacios que ofrezcan oportunidades de desarrollo y éxito para ellas.

A causa del conflicto armado, Letty quedó huérfana de padre y desde muy temprana edad, junto a su madre y hermana han luchado constantemente por salir adelante. Se graduó de Licenciada en Administración de Empresas por la Universidad de San Carlos de Guatemala, y en la Organización de Estados Americanos. Ha participado en programas de Liderazgo y Administración Pública en el Central America Leadership Iniciative del Aspen Institute y la Universidad de Georgetown.

Ella ha estado activamente involucrada en diversas organizaciones que empoderan a las mujeres, a la juventud y a los pueblos indígenas. Actualmente trabaja en proyectos cuya misión es proveer herramientas a mujeres indígenas emprendedoras para que puedan crear y luego expandir sus negocios. Estos proyectos conceden una plataforma que permite comercializar sus productos tanto en territorio nacional como internacional.

Asimismo, acompaña distintas iniciativas de las autoridades indígenas y ancestrales mas representativas del país a quienes respeta, valora y apoya incansablemente para que el Estado los reconozca y valore el aporte que ellos brindan al país, partiendo de su legitimidad y su aporte a la sociedad, pero que hasta ahora no es visible.

Igualmente, fue una de las promotoras de la creación de la Comisión Intercultural de Fundesa. El objetivo de esta comisión es tener un espacio de conocimiento mutuo y dialogo entre distintos sectores. Adicional a ello, Letty colabora con la Organización Vital Voices, Jóvenes de las Américas, el Young Americas Business Trust, ProLideres, el Movimiento Poderosas, el Colectivo Naleb, entre otros. Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible sin el acompañamiento y respaldo, que por 21 años ha recibido, del Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.

Al momento se desempeña como asesora para USAID y la Embajada de Estados Unidos en todo aquello que refiere a los pueblos indígenas de Guatemala. Poder colaborar con estas organizaciones ha sido fruto de su arduo trabajo y esfuerzo, ya que no es fácil encontrar oportunidades laborales en éste tipo de ámbitos.


“Fui una de las primeras mujeres indígenas en ocupar un cargo administrativo dentro de una organización internacional y estoy sumamente agradecida a quienes confiaron en mí y me dieron la oportunidad de iniciar como secretaria bilingüe, ya que fue así que pude ir abriendo puertas para llegar a donde estoy hoy”.

Letty ha tenido que sobrepasar muchos obstáculos que se han presentado a lo largo de su trayectoria. “Los desafíos de participación se tornan más complejos cuando se es mujer y además, indígena. Estar en distintos espacios tratando de posicionar nuestro pensamiento y decisiones no es fácil, especialmente cuando vivimos en un país machista, racista y excluyente”. No obstante, está orgullosa de sus raíces y los retos y dificultades que ha tenido que enfrentar la han ayudado a establecer claramente las necesidades de aquellos a quienes busca ayudar.

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“Soy soñadora, durante mi niñez pasaba mucho tiempo imaginando lo que quería llegar a ser. En un inicio, solía tener grandes deseos de estar desenvolviéndome en escenarios que eran ajenos a mi realidad. Luego, tuve sueños sobre lo que debía hacer para llegar a alcanzar lo que anhelaban mi mente y corazón”.

Dio clases de kaqchikel en un colegio privado de la ciudad capital, esta experiencia le permitió concientizar a la juventud no indígena sobre la importancia de la educación bilingüe y fomento el conocimiento de la cultura y forma de vida de las comunidades indígenas, pero sobre todo evidencio la importancia del aprendizaje de los idiomas mayas en sociedad guatemalteca.

“Gracias a la herencia de mi padre, quien sacrificó su vida por su familia y comunidad, he crecido y tenido grandes bendiciones, como pocas mujeres indígenas en Guatemala. Esto me hace tener una doble responsabilidad con mi comunidad y los pueblos Mayas”.

Hoy por hoy, desea terminar su maestría en Administración Pública en Escuela de Gobierno, continuar perfeccionando su inglés y aprender otro idioma maya para poder, en un futuro cercano, apoyar a Guatemala desde otros espacios. Ella considera que “para que realmente hayan transformaciones profundas, deben de haber nuevas generaciones colaborando desde la administración pública”. Y es por esto por lo que Letty está trabajando.

Las comunidades Mayas y la gente joven son una prioridad y motivación para esta mujer que no se da por vencida. Ella considera que todavía hay mucho por hacer, “no me cansaré ni pararé de impulsar acciones que pueden contribuir a la erradicación de la injusticia y desigualdad hacia las comunidades indígenas de este país. Paralelo a ello, seguiré trabajando para buscar mecanismos que permitan mejores oportunidades económicas, políticas y sociales para la juventud y la mujer indígena de Guatemala”.


Cuéntanos un poco sobre su niñez.

Recuerdo que pese a mis adversidades, logre tener casa, comida, ropa, algunos que otros juguetes y contar con el gran amor y apoyo incondicional de mi madre.  Pasé parte de mi infancia sola, puesto que mi madre trabajaba bastante y viajaba a otras comunidades a vender productos artesanales que elaboraba, sin embargo, esta condición no fue un impedimento para disfrutar mi niñez.

Desde temprana edad, asumí gran parte de la responsabilidad de mi casa, pero siempre encontraba tiempo no solamente para estudiar sino para compartir momentos agradables con mis primos y vecinas.  Para colaborar con los gastos de la casa por mi propia iniciativa trabajé vendiendo atol y tostadas con una vecina, sin embargo, deje de hacerlo por sufrir una quemadura en la mano sirviendo atol caliente.

Las fiestas de fin de año eran sumamente tristes para mi, veía a mi madre llorar por la ausencia de mi padre y por más que deseo, no logro borrar esos duros momentos en mi vida.  Veía a mis primos reír, jugar y para mi no eran momentos agradables para disfrutar. Nunca tuve abundancia, sin embargo, tuve lo necesario para sobrevivir. Participaba en el coro parroquial del pueblo, en eventos culturales siendo dama de las representativas de mi pueblo y en espacios a los cuales me invitaban.  Mi madre me cuenta que era muy alegre, juguetona, traviesa y sobre todo, soñadora.

¿Alguna vez imaginaste llegar a dónde estás hoy en día?

Siempre fui soñadora y lo mas importante, luchaba para alcanzar lo que deseaba.  De niña veía televisión con mis vecinos y me imaginaba estar en esos espacios mostrados por los medios televisivos.  Siempre hice más de lo que se me pedía, y los y las que me conocen, saben que apoyo a todos los que me necesitan, sin importar si son indígenas o ladinos, si está en mis manos apoyar lo hago.

Las bendiciones que ahora tengo vinieron por añadidura, especialmente porque todos sabemos que si obramos bien, recibimos el bien, y es parte de lo que me guía. Generalmente hago lo que puedo sin esperar nada a cambio.  Me siento satisfecha con lo que actualmente hago, sé que no es suficiente pero para ello sigo trabajando, para sembrar cimientos que las futuras generaciones puedan utilizar y con ello acortar brechas y tiempos para mis hijos y demás.

¿Qué le aconsejas a la próxima generación de mujeres guatemaltecas?

Me gustaría ratificarles que todas valemos y debemos trabajar bastante para trascender.  El camino no siempre será plano y blanco, sin embargo, debemos prepararnos para vencer las adversidades que diariamente encontraremos en el caminar de nuestras vidas. Es importante unificar esfuerzos y evitar confrontaciones entre nosotras.

Como mujeres tenemos grandes retos en la sociedad, sin embargo, una de las prioridades, desde mi humilde punto de vista, es aprender a trabajar colectivamente, con ello lograremos cerrar círculos y con nuestro ejemplo abrir nuevas oportunidades para las próximas generaciones pero sobre todo, dejar pequeños cimientos que permitan construir una vida de la que nos sintamos plenas y orgullosas.


Redacción: Cecilia Amador

Fotografía: Emmanuel García

Joyería: Alessa Designs

Maquillaje: Paulina Montenegro Salon

Peinado: Eddy Uker

Locación: Museo de Arte Moderno “Carlos Mérida”


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