Un año de pruebas y milagros

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El antes

Me casé hace casi 7 años, en noviembre 2011. Como muchas mujeres, estaba súper emocionada por empezar una familia y, a los 9 meses de casados, quedamos esperando a mi primera hija, Deborah. Ella fue una bendición desde el principio: un embarazo perfecto, parto perfecto. No podía pedir nada más y para mí eso era lo normal ya que ninguna amiga ni nadie cercano estaba teniendo bebés todavía.

Siempre quise que mis hijos se llevaran varios años, sobre todo porque en menos de un año me casé, inicié Look con mis socias y tuve una bebé. Me encontraba en el proceso de aprender tres cosas al mismo tiempo: ser esposa, jefa/socia/productora, y mamá al mismo tiempo.  Tres papeles que no traen manual de instrucciones y se desarrollan a prueba y error, y práctica. Por eso cuando mi hija tenía 3.5 años empecé a analizar si deseaba otro bebé. Según yo, sería fácil y rápido como había sido la primera vez y para mi sorpresa no fue así, después de 4 años de mi último embarazo, las preocupaciones eran mayores, ya había visto amigas perder bebés, tener dificultades para quedar embarazadas, tener problemas con el parto, sus bebés o el post parto. Esto definitivamente aumenta el estrés y aún siendo una mujer de fe, uno empieza a tener mil dudas y afecta. Todo el mundo me preguntaba “¿cuándo vas a tener otro bebé?” y mi respuesta siempre era “cuando Dios quiera”, porque realmente eso creo yo con todo mi corazón, pero soy humana y tuve mis momentos de duda ¿podré tener otro bebé?

 

Luego de una falsa alarma fue cuando mi corazón se rompió ya que, al pensar que estaba embarazada, me di cuenta de cuánto lo deseaba y me puse triste cuando vi que no. Por la misma situación me di cuenta que algo no estaba al 100% e hice lo que me pareció más indicado: fui al médico. Estuve en revisión durante 6 meses, casi semanalmente. En este tiempo traté de hacer cambios en mi salud comiendo más sano, fui al gym y procuré reducir el estrés. Con el apoyo de mis socias pude delegar trabajo, porque tanto para ellas como para mí la salud y sobre todo la familia va primero. Así estuve 6 meses hasta que mi doctor me dio el teléfono de un especialista en fertilidad para que hiciera una cita y así buscar una segunda opinión. Podía ser algo muy sencillo o quizá no, pero lo mejor era quitarme la duda.

 

Para cualquier mujer que quiere tener bebé esta es una de sus peores pesadillas, y uno sabe que lo último que tiene que hacer es estresarse pero es inevitable. Cada mes, cuando tenía mi periodo me ponía triste, me hice muchas pruebas de embarazo pero el resultado siempre era negativo. Todavía no me sentía lista para ir con un especialista, estaba cumpliendo un año desde que empezamos a pedir bebé y sé que muchas mujeres pasan mucho más tiempo, algo me decía que lo que tenía que hacer era tranquilizarme, y sobre todo tener fe. Un día me puse de rodillas y lo dejé todo en las manos de Dios, yo también confío en la medicina pero puedo dar testimonio que a la semana, después de ese día, quedé embarazada. Por supuesto que cuando la prueba dio positivo lloré de la emoción y me puse de rodillas otra vez solo que esta vez para dar gracias.

El embarazo

Desde ese día hasta hoy ha sido otro camino de pruebas y milagros. A las 6 semanas de embarazo tuve una pequeña hemorragia por la cual estuve 1 mes y medio en reposo total. Organizarme entre trabajo, familia y casa fue un reto pero con el apoyo de mi esposo, familia, amigas, socias y nuestro equipo, logré avanzar y recuperarme para estar de pie para Navidad. Diciembre fue un mes de muchas pruebas, mi suegra estuvo en el hospital y falleció unos días antes de Navidad. No solo por ser la mamá de mi esposo, pero quienes la conocían saben que era la mejor de las suegras, una abuelita espectacular y una súper mamá. Así que perderla fue muy duro aunque sabemos que está en un mejor lugar es inevitable extrañarla. Luego vi a una de mis mejores amigas, mi socia y hermana, Gaby, pasar una prueba muy difícil con su bebé Martín, quien ha sido una bendición en la vida de quienes los conocemos. Su familia es un vivo testimonio de que la fe mueve montañas. Fue una época difícil. Durante todo el embarazo traté de mantenerme muy fuerte, especialmente, para que no afectara en nada a mi bebé.

El resto del embarazo, aunque con sus complicaciones, estuvo muy bien. El día que cumplí 37 semanas empecé con contracciones, yo me sentía preocupada porque supuestamente debía nacer el 15 de junio y estábamos apenas a 25 de mayo. Era inevitable que, con todo lo que había sucedido en los meses anteriores, no me preocupara, pero durante todo el embarazo solo repetía las palabras: Jesús en ti confío. Mariano finalmente vino al mundo a las 3:00 a.m. en punto (hora de la Divina Misericordia) y es una bendición en nuestras vidas.

Post parto

La experiencia de tener a mi segundo hijo ha sido increíble. Ver a mi hija Deborah enamorarse de su hermano es lo más lindo que hemos experimentado como familia. Poder compartir con mi esposo esta experiencia, esta vez un poco más tranquilos y disfrutándonos cada segundo ¡es increíble!, sobre todo porque uno ya sabe más o menos cómo avanzará todo y por lo mismo uno está más tranquilo. Además, estamos conscientes que el tiempo se pasa súper rápido por lo que debemos disfrutar cada segundo al máximo, y así ha sido.

En mi mente, las preocupaciones habían terminado con el nacimiento de nuestro bebé y nuestra salida del hospital. Todo estaba perfecto. Pero un poco después de 3 semanas empecé con unos dolores súper raros, al principio en la espalda a la hora de respirar por lo que pensé que era muscular y fui al quiropráctico. Cuando el dolor empeoró, mi ginecólogo me recomendó ir a el neumólogo ya que cada vez me era más difícil poder respirar bien. Después de varios exámenes logramos encontrar el problema. Se me habían formado coágulos en la sangre y dos de ellos se habían ido a mis pulmones, uno al izquierdo y el otro al derecho, también tenía líquido en el pulmón. Al investigar en Internet cuando te dicen que tienes embolia y edema pulmonar definitivamente te asustas, pero lo que me daba paz es que después de más de una semana de dolor indescriptible al fin sabía de qué se trataba y que, a pesar de todo, no había pasado a nada peor y debía empezar inmediatamente un tratamiento. Como siempre las palabras que cruzaron mi mente fueron: Jesús en ti confío. No puedo describir el sentimiento después que te dice que hubieras podido morir. A los 31 años, con dos hijos pequeños se te rompe el corazón, y aún siendo una mujer de fe es un shock porque uno se imagina que eso te podría pasar pero cuando eres viejito. Pero, al mismo tiempo, pensarlo te hace abrir los ojos, analizar tu vida y ver porqué está pasando esto. Nada es casualidad y tampoco creo que ser una de las 44 de 10,000 mujeres a las que le puede pasar esto, después de tener un bebé, sea mala suerte. Después de todo lo sucedido analizo y pienso qué tengo que hacer con mi vida, los elementos a mejorar, cómo puedo cuidar más de mi salud porque definitivamente lo es todo y quiero estar sana, sobre todo para compartir la vida de mis hijos hasta que Dios me lo permita. También pensar cómo he sido como persona, cómo puedo mejorar y qué huella quiero dejar en en mundo. Son cosas que deberíamos pensar todos, todo el tiempo, porque definitivamente la vida no está para pasarla de largo, sino para aprovecharla y vivirla bien. Me alegró mucho analizar y ver que he vivido buenos momentos, pero definitivamente tengo mucho por mejorar, por hacer y agradezco a Dios que me esté dando más tiempo para disfrutar y trabajar en su nombre. Así que de esta experiencia definitivamente voy a seguir aprendiendo y analizando. Después de vivirlo puedo decirles que tengan fe, vivan su vida al máximo como que cada día fuera el último y sobre todo ¡vivan con amor!.

***

Los autores de un estudio publicado en el New England Journal of Medicine, recomiendan a las mujeres que acaban de dar a luz buscar ayuda médica de inmediato si sienten alguno de los siguientes síntomas:

  • Dolor o presión en el pecho
  • Problemas al respirar
  • Hinchazón o dolor en una pierna
  • Dolor de cabeza agudo y repentino
  • Pérdida de visión, habla o equilibrio
  • Pérdida de fuerza en un lado del cuerpo

Fuente: https://www.reproduccionasistida.org/riesgo-de-coagulos-despues-del-parto/

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