THE CHALLENGE OF TEACHING AND PARENTING

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Buscando el equilibrio de ser mamá y ser maestra

Por: Kathia Valladares

Desde mi adolescencia, me encantaba jugar con niños y niñas. En las reuniones de familia y sociales buscaba siempre formas de entretenerlos y que ellos estuvieran felices. Incluso uno de mis primeros trabajos fue amenizar piñatas. Durante esta etapa de mi vida supe que mi realización profesional estaría a lado de muchos niños. Buscando una carrera dónde yo podría seguir mi vocación y además prepararme para el gran sueño personal que tenía de ser mamá, decidí estudiar psicopedagogía.

Estoy convencida que la felicidad de la persona se encuentra en llevar una vida equilibrada. Encontrar el tiempo para todas las áreas que abarcan al ser humano: espiritual, familiar, profesional, físico, intelectual, etc. A lo largo de las distintas etapas de mi vida, he buscado ese equilibro. Y en esta etapa tan maravillosa de ser madre, no ha sido la excepción.

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¿Cómo he encontrar el equilibrio entre mi profesión y mi mayor sueño de ser mamá?

A través del tiempo, en todas las culturas y lugares alrededor del mundo, la mujer ha sido la encargada de dar vida; ha representado la fecundidad, ha sido la responsable del desarrollo y crecimiento de la humanidad. Así mismo, la madre junto al padre, han sido y seguirán siendo los primeros educadores del niño. Y es la madre desde su ternura, amor y paciencia quien busca desarrollar hijos felices y virtuosos.

Por otro lado, la ocupación primordial del psicopedagogo es apoyar y orientar la acción educativa, posibilitando criterios de mejora en el diseño, desarrollo, innovación y evaluación de los procesos educativos. Este profesional busca instalar en el niño estrategias eficaces que le permitan aprender en forma autónoma y eficiente. Además, colabora con los educadores, tanto padres de familia como docentes, brindando herramientas para facilitar su labor.

El ser mamá y psicopedagoga tiene sus ventajas. A lo largo de cinco años de universidad, además de prepararme profesionalmente me preparaba para desempeñarme como madre de familia. Estudié sobre el desarrollo de cada una de las áreas del niño; eso me ayuda a saber qué esperar y como estimular en cada etapa a mis hijos. Con esto, trato de hacerles en la casa distintas actividades, cantamos, bailamos y jugamos. Además, me ayuda a tener un abanico de técnicas y métodos para la ardua labor de educar. Por otro lado, el ser mamá me ha ayudado a ser más sensible ante las necesidades de mis alumnos, a verlos más cómo una persona integral.

Ser mamá y psicopedagoga también tiene sus desventajas. Por el mismo hecho de saber qué esperar de mis hijos y de su educación, puedo llegar a ser un poco más exigente. La mayor de las dificultades que veo es tratar de combinar estos dos roles, lo cual suele ser cansado, física y emocionalmente. Ya que se está en una constante labor educadora.

Para realmente disfrutar las dos vocaciones que amo, como psicopedagoga y mamá; busco el equilibro. Este equilibrio lo he logrado con la ayuda de mi mamá, mi suegra y mi esposo. Busco organizar mi tiempo. Trato de trabajar dos o tres mañanas o en las noches cuando ya están dormidas mis hijas y avanzar lo que se puede a través de la computadora. Y estando con ellas también busco el equilibrio: rezamos, jugamos, cocinamos, bailamos, cantamos, hacemos mandados, nos ejercitamos, leemos, nos juntamos con amigas, etc.

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Estos son los secretos de mi profesión que he puesto en práctica como mamá

  1. Formarse: Existen muchos medios para formarnos y mejorar nuestra labor educativa. Podemos tomar cursos, talleres, maestrías o leer libros. Lo importantes es educarnos para educar.
  2. Ser niña otra vez: La mejor forma de hacer vínculos con nuestros hijos es volver a ser niños. Jugar lo que les gusta jugar, cantar las canciones de niños, comer lo que les gusta comer y hacer lo que les gusta hacer a los niños.
  3. Comunicación asertiva: Decir las cosas sin ofender al niño, hablarle a nuestros hijos como si estuvieras hablando con otro adulto, con respeto. Se logra hablando de forma positiva, buscando soluciones y compromisos de nuestros hijos.
  4. Rutinas y límites claros: El niño necesita saber qué esperar de sus padres desde bebés. Por esto, es importante que tenga rutinas para poder cubrir sus necesidades básicas: comer, dormir e ir al baño. Y límites claros y constantes sobre lo que se permite o no en nuestro hogar.
  5. Verbalizar: El niño desarrolla su pensamiento a través de sus vivencias y del lenguaje. Mientras más verbalicemos nuestras acciones y pensamientos, más modelos de pensamiento tendrán nuestros hijos.
  6. Evitar los dispositivos electrónicos: Los niños necesitan relacionarse con otros niños y con adultos. Para aprender a socializar y a tener amigos, deben socializar cara a cara. Deben aprender a comunicarse, a esperar turnos, a resolver conflictos; esto solo lo logran con una relación personal con sus familiares y amigos.
  7. Trabajo en equipo: Para lograr un trabajo en equipo de familia, cada miembro debe tener sus responsabilidades y cumplirlas. Las responsabilidades deben ser acorde a la edad. Por ejemplo, un niño de un año y medio ya puede dejar su ropa sucia en su lugar y recoger sus juguetes después de jugar.
  8. Relajarse: El estrés es uno de los peores enemigos para el desarrollo del cerebro. El niño percibe todo el estrés que la madre siente desde el vientre hasta adulto, por esto es importante que nos relajemos y busquemos la paz.

Buscar el equilibrio sería mi mejor consejo. Lograr ser esposa, mamá, profesional, espiritual, intelectual, hacer deporte, ser social…todo necesita su tiempo y su espacio para ser felices.

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