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LA VISIÓN FEMENINA EN LA HISTORIA DEL ARTE

Durante siglos de historia retratada y grabada en libros, el papel de la mujer en el mundo del arte ha sido silenciado. Desde la antigüedad hasta el día de hoy, las mujeres han sido grandes contribuyentes de las distintas expresiones artísticas y las grandes protagonistas a la vez. Protagonistas no por mérito propio, sino a través de un telescopio masculino, a través de su opinión y la visión estética de cómo la mujer debe ser representada. Hasta ahora.

Grecia, siglo I a.C., Plinio el Viejo relata que Dibutades, una joven doncella dibuja el perfil de su amado en una pared y en su trazo nostálgico nace el primer retrato. El tiempo corre y el arte comienza a cobrar protagonismo a través del trazo masculino. La historia y las grandes galerías de enormes museos se llenan cada vez más de ejemplares con firmas de nombres varoniles. En esas paredes cuelgan los cuerpos desnudos, la mayoría de veces bien delineados, otras veces deconstruidos en formas abstractas, colores fuertes o figuras geométricas. Una característica nos define a todas: musas con delicadeza femenina.

Para poder comprender la importancia del estudio del arte, platicamos con María Denisse Vásquez quien además de haber realizado estudios en Harvard sobre arte visual, es catedrática de la Universidad Francisco Marroquín y conoce a profundidad sobre el rol de la mujer dentro del arte.

“Es importante diferenciar apreciación artística e historia del arte. La apreciación no necesita un conocimiento del contexto del arte, con ver o sentir es suficiente. La historia del arte toma como punto de partida el arte y trata de identificar de qué manera podemos analizar sobre lo visual (a partir de diferentes teorías, etc.). En este sentido, la historia del arte necesita tener un método con el que se construye la narrativa del arte” nos explica.

La importancia de la historia del arte recae en el hecho que es una historia visual narrativa de expresión humana. Es lograr comprender los hechos históricos a través de una película visual de imágenes que plasman impresiones, expresiones, sentimientos, filosofías, ambi- ciones, deseos, y en algunos casos, delatan lo prohibido en épocas de represiones. Es por esto que es esencial que no sea contada únicamente una versión de la historia a través de un solo entendimiento de la misma, enfrentándonos al problema que, por siglos, esa visión se vio nublada por un pensamiento sobre la “inferioridad” femenina.

Fue hasta el siglo XX que el panorama comenzó a cambiar drásticamente, especial- mente gracias a la participación de los nuevos movimientos feministas. Fue entonces cuando el protagonismo salió de la representación para tomar un nuevo papel.

“El tema con el feminismo es que es un método de investigación de la historia del arte que se enfoca en las mujeres en el mundo del arte e investiga su papel como artistas, cura- doras, mecenas, espectadoras y representadas. Explícitamente se enfoca en el tema del género, es decir, en la experiencia de ser mujer y cómo esto determina los roles que mencioné antes. La diferencia es que en este método uno de los aspectos más importantes a tomar en cuenta cómo “el ser mujer” afecta o afectó el desempeño femenino en un rol específico o la forma en la que fue representada” explica María Denisse.

Uno de los principales obstáculos que no permitió el desarrollo artístico de las mujeres, fue el acceso restringido a la educación superior y académica de las bellas artes. Especialmente para aprender oficios y ser ayudantes de talleres. Todo esto cambió radicalmente con los movimientos feministas. “Desde los años 60 ́s se ha intentando reivindicar los derechos y redefinir los roles de las mujeres; tomando en cuenta que el arte es otro de los ámbitos donde se han visto desfavorecidas. Uno de los movimientos que permanece activo es Guerrilla Girls, un colectivo de mujeres feministas activistas cuyo lema es “Do women have to be naked to get into the Met. Museum?” (¿Acaso las mujeres deben estar desnudas para poder ingresar a un museo?). En conjunto, artistas, escritoras, directoras de cine y profesionales que luchan en contra de la discriminación de género” explica María Denisse.

Uno de los ejemplares más representativos ha sido la obra The Dinner Party de Judy Chicago (1979), una representación de forma triangular en la que cada pieza que la conforma simula una vagina representado a las principales mujeres de la historia. O tal es el caso de Georgia O’Keeffe, cuya obra Jimson weed/ White Flower no. 1 (1932) ha sido la obra más costosa vendida en una subasta creada por una artista femenina en Noviembre de 2014 por la casa Sotheby´s, Nueva York por un precio de $44 millones.

Guatemala no ha sido ajeno a estos movimientos que proponen a la mujer en una situación equitativa dentro del protagonismo artístico. Desde los años sesenta, las artistas guatemaltecas han vendido sus obras y expuesto en las mismas galerías y museos, con el mismo reconocimiento que los hombres, incluso dentro del mercado y el precio que este está dispuesto a pagar por ellas. Aunque en el mundo aún se debate el precio que se paga por una obra creada por una mujer a diferencia de una obra creada por un hombre, cuando aún la ventaja competitiva la mantiene el campo masculino.

Grandes protagonistas como Delfina Luna, Antonia Matos, Magda Eunice Sánchez, Margarita Azurdia, Rosina Cazalli y Regina José Galindo han marcado la historia del arte de nuestro país.

La historia debe ser narrada a través de todas las perspectivas humanas, ya que no solamente permite conocernos, sino también construir los fragmentos de quienes somos, como dijo Frida Kalho: “No pinto sueños ni pesadillas, pinto mi propia realidad”.

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