CULINARY REVIEW – Bolgheri

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A Touch of Tuscany
por BOSÉ

La última remodelación de la plaza comercial Fontabella se caracterizó por una amplia oferta de restaurantes. Uno de los restaurantes que llama la atención es Bolgheri, comenzando por el nombre, una región italiana conocida por sus vinos y la denominación de origen del mismo nombre.

Claramente es un restaurante italiano y, al ver la carta, es fácil reconocer su enfoque, pasando por pastas, piadinas y pizzas para terminar con un tiramisú y grappa. Aún así, se puede ver que siendo un restaurante que busca enfocarse en cierto segmento, considerando su ubicación y precios, tenga un menú dónde te ofrezcan comida hogareña, como la pizza o las piadinas sin la experiencia de un horno de leña.

Bolgheri tiene una carta bastante limitada, lo que facilita a los meseros conocer el menú y poder hacer recomendaciones relevantes sobre el vino y los contrastes de sabor y textura. Al pedir una recomendación tratan de indagar tus gustos y si les das la oportunidad también harán una recomendación sobre el vino que mejor acompañará tu comida.

El ambiente está lleno de contrastes, el uso de individuales de papel junto a la cristalería; la iluminación cálida y las mesas de madera junto sillas plásticas; las botellas de vino y aceite de oliva en las paredes junto a una plaza comercial. El contraste tiene cierto encanto que es posible por el servicio atento.

La comida posee una característica que la hace salir casi sin fallas y es su sencillez. Ninguno de sus platos es ostentoso, por el contrario, servido en porcelana blanca sin mucha decoración arriesgando la percepción del plato por su convicción de una buena preparación.

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Sus entradas incluyen bruschettas, quesos, prosciutto y carpaccio, todas diseñadas para compartir, después de todo es comida italiana.

Entre ellas el “Crostone di Salmone” hace cuestionar si realmente valdrá la pena utilizar salmón, pues no se aprovecha la delicadeza de la carne y su sabor se pierde entre el eneldo, pimienta verde y unas cuantas alcaparras. Aún así es un platillo atractivo y el pan en el que viene es sobresaliente por su textura crocante, sin sin ser demasiado duro. Entre sus pastas tienen un plato que cambia por temporada y algunas pastas que sirven sólo fin de semana. Algo inmediatamente atractivo al considerar que están ofreciendo algo fresco. Entre ellas, el “Ravioli”: unas pequeñas almohadas rellenas con una mezcla de queso ricotta, con salsa de mantequilla y tomates confitados; platillo que destaca por su delicadeza y la textura de su salsa, suave y aterciopelada, aunque la temperatura de los platos es algo que deben tomar en consideración, pues las pastas se enfrían con rapidez.

La carta de postres mantiene la línea de lo clásico italiano y presenta canolis, bomboloni y tiramisú entre otros. Postres que tienden a ser un poco pesados y, después de haber comido un plato de carne, una pasta o una pizza, preferiría un sorbete. Los postres son el toque final de una experiencia culinaria, por lo que el cuidado en los detalles es esencial para que el consumidor pueda darle punto final de satisfacción a su paladar. Aún así, creo que un bomboloni (una masa frita rellena de crema pastelera de vainilla, acompañada de una salsa de chocolate) recién hecho vale la pena probarlo.

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